Una pistola en cada mano

Galería de hombres dispuestos a prestar dinero, a dar abrazos, a perdonar, a aprender, a esforzarse, a sincerarse, incluso a llorar.

Manual de proyecciones y de gente confusa con humildad y propósito de enmienda.

Las mujeres aquí son la voz de la verdad y están mas interesadas en buscar soluciones alternativas que en repetir rituales desganados y agotados que ya no sirven. El puente lo crean ellas, que toman la palabra para poner las cosas en claro, es decir: en su sitio.


Hacerlo fácil, hacerlo juntos, con ganas y con claridad, es ya hacerlo bien, porque como los profesores saben un alumno que se esfuerza dentro de sus posibilidades ya se esta reposicionando desde el problema hacia la solución.


Es una película-puente entre el hombre viejo con sus límites y el nuevo con sus ganas de expansión y de ir mas allá de donde su policía, su juez o su castrador interno le permitieron.

Rendirse y abrirse es necesario en todo proceso real y auténtico de reinvención y de lo que esta película habla es de que el hombre viejo lleva una pistola en cada mano y de que este arquetipo esta agotado porque John Wayne ya pertenece a otro siglo.