La mujer de negro


Como bien se dice en la película: el espiritismo es sólo perseguir sombras. Por eso en teosofía a esta parte del esoterismo se la considera la menos interesante porque es difícil que nos ayude a obtener luz, que es lo que desde el alma buscamos.
Es triste y terrible alimentarse de sucedáneos y cuando el dolor nos alcanza y nos resistimos a aceptar la destrucción del viejo mundo entramos en un lugar sin tiempo, en un limbo hecho de espejos y sombras donde anestesiados volvemos sobre el mismo bucle a rememorar la tragedia de una pérdida no asumida.

La cámara que se mueve sin motivo revela su propio artificio y expulsa al observador del relato. Este modo de rodar y la retórica musical lo sitúan a uno a la defensa, cosa que complica la entrada, pero uno siente curiosidad por la regeneración de esta productora e intenta dejar a un lado prejuicios y ver la manera de entrar en este cuento de fantasmas contado por un fabricante de juguetes.

Y es cierto que al principio esa necesidad de mover la camara y cambiar de plano constantemente denota una realización insegura pero poco a poco la narración va asentándose y según va avanzando el metraje a mayores retos mayor solvencia por parte del director en un baile de misterio, sustos “limpios” e intranquilidad esperable en todo buen producto de este género. 

El resultado es un cuento de fantasmas cautivador e inquietante.

Una estupenda noticia: la Hammer ha regresado con fuerza y una dignidad apabullante.




Extraterrestre



Un extraterrestre es alguien que esta “fuera de la tierra” y podría entenderse esto como espejo de cuántas veces, por hacer propias creencias aún no tamizadas por el filtro de la experiencia acaba uno, simplemente a fuerza de empeñarse, complicándose la vida: sufriendo, emparanoiandose, defendiendo o en ocasiones tan abducido que casi disfrutando ideas de segunda mano.

Al igual que en Los cronocrímenes con un número mínimo de actores y una producción mas que austera se hacen creíbles temáticas o situaciones que estamos a acostumbrados a ver con el máximo despliegue de medios y la máxima fanfarria y platillos.

La propuesta es honesta, decente, entretenida y lo mas importante: sencilla, directa y sin trampa.

Vigalondo tiene el talento de construir engarces con la precisión de un relojero y tras montarlos y desmontarlos cien veces mostrarlos al público con la sensación de haber dado cuatro pinceladas y dejado tan sólo un esbozo.  Y esto es mérito grande.

En cine la honradez proviene precisamente del “No hacer”, de no lucirse cuando no toca ni hacerte sentir mal si no vas a otorgar a cambio un poco de conciencia mas allá de apuntalar cuatro clichés.

El cine es un arma de conocimiento con el potencial de cambiar las mentes preparándolas para el salto o mantenerlas aborregadas con variantes de creencias viejas que mantengan el cerco.

El Spielberg de Caballo de Batalla insiste en ensuciarnos el cuerpo astral con épicas huecas a cambio de dinero, como una puta que manipula al cliente con falsos sentimientos, mientras  el Vigalondo de Extraterrestre es un tipo que tiene claro cómo y porque cuenta lo que cuenta y muestra una solvencia tan sencilla como efectiva en el modo de hacerlo.

El primero incide como un gran puñal con óxido, el segundo invierte la figura en un pequeño iceberg mostrando solo la punta de aquello que nos cuenta.

Por cierto, yo que soy un fan absoluto de la peli “Astronautas” de Santi Amodeo que habré visto un número inconfesable de veces estoy contento de tener aquí de protagonista al actor que hacia el papel mas entrañable en aquella.



Caballo de batalla



La cosa va de dos caballos maricones.
Es mentira, solo son amigos,  pero es que como en todo el metraje se combina una narrativa épica, con otra pseudo infantil agregando ademas una voluntad  de acentuar permanentemente el dramatismo de ir cargando las tintas, pues al final uno acaba queriéndose burlar de todo.

El fantasma de Jon Ford planea en el aire.

Los niños y los animales siempre han vendido películas y las situaciones dramáticas y la narración hollywoodense de convertir el arar un bancal en cosa épica no digamos.

A partir de ahi todo esta bien: excelente producción, cuidada dirección artística, fotografía preciosista y planificación solvente.
Y sobre todo planos muy muy espectaculares de esos que uno no entiende como están hechos, que traspasan la pantalla y hacen quitarse el sombrero ante un tremendo Spielberg curtido ya en mil batallas y dueño de un oficio y un callo digno de admiración

Por otro lado la música cuasi omnipresente a mi me desespera.
Me agota, me irrita y me saca de las imágenes.
La utilización de este recurso en este caso me parece sumamente rastrero y me recuerda permanentemente aquel dicho de que “al espectador se le atrapa por las orejas, como a un conejo” y la verdad es que me resulta cansino que este Spielberg con lo que sabe continúe haciendo películas para espectadores en lugar de atreverse por fin a hacer películas para personas.

Además, no sé de que va esta peli.
No la entiendo. No sé que pretende contar.  
Desconozco el intento.
Y como no sé a donde apunta no sé si falla o si acierta.

Aparentemente se trata del biopic de un caballo. Lo peor es que, después de descartar esto y pegarle algunas vueltas la única conclusión a la que llego es que se trata del biopic de un caballo de dos horas y veinte y no es que no se pueda hacer una peli de putamadre a partir de un caballo, Robert Bresson hizo una película maravillosa con un burro, pero este Spielberg no es aquel Bresson. 


Beast



Te amo porque eres una bestia.
Pero tu ya no me quieres porque el amor no es fórmula matemática y nada se puede hacer rota la filigrana.
El peligro de la verdad que desarticula máscaras y deformados caemos al suelo reptando. Nos sosteníamos con pinzas.

Deseo la calma, si es que se puede desear algo que llega cuando por fin ya no se desea.
Deseo el equilibrio, si es que es puede desear algo que aún no se conoce.

Amo tu latido sin el limite de la carne, si es que se puede amar lo que a la vez se daña.

Sangro porque me derrumbo por dentro, porque la emoción bulle en su propio reino.

Siento, porque cierro los ojos y encuentro el silencio para sentir. 

Comunícame tus miedos y encontrémonos en ellos. Hagamos suposiciones, como un par de adolescentes que juegan a imaginar posiciones.
Supongamos que el capricho se corresponde y creamos que nos queremos.

Tengo un seísmo por dentro, vayámonos a la iglesia para darle luz a lo oscuro aireándolo en confesión y sin mediador por delante.

Simplemente es así. La mujer, simplemente, no necesita entender para virar el viaje sin dejar de estar segura.

Como en Anticristo el hombre no entiende y la mujer no intenta entender porque no lo necesita.

La obsesión no acepta y el dolor que no se asume transmuta en sufrimiento.

Las montañas azules nunca han esperado, nunca estuvieron lejos y nunca estuvieron cerca.


La locura de compartir a partir de la dependencia.

Enfermo para ordenar.

Hay que estudiar el despiece para fabricar el puzzle.

En principio resulta un interesante viaje al mundo de los apegos y de la dependencia por renovarse a partir de la mirada del otro y la incapacidad frustrante como una parte de renuncia al juego.

Pero como al final el único sentido que sostiene un túnel es hallar nuevos atisbos de luz tras atravesarlo pienso que este viaje no esta justificado.
Pero como la propuesta, por enferma, despertará en uno resortes distintos de los del otro, queda en manos del espectador deducir si valió la pena el pasaje.

Héroes




Si los videoclubs fueran realmente precisos en la categorización del género de sus cintas, esta pertenecería a la sección de “Pornografía emocional”