Efectos secundarios

Hay sangre, y una silla caída en el suelo. Y un pequeño barco velero.
Estos últimos tres meses desembocaron aquí.

Una mujer es un trocito de astral encarnado, con todo el misterio, la excitación y la belleza que esto significa.
En la depresión conectamos con capas bajas del astral, su vibración nos arrastra hacía una pesadez vital que lo hace insoportable todo queriendo desaparecer.
Así pues una mujer deprimida ha convertido su mirada en un faro negro que tiñe de pez lo que mira sintiéndose tan vacía que olvida que un síntoma es solo indicio de que la mirada tiene que ser revisada desde un lugar mas profundo que ponga nombre a su carencia y así poder planear, mapa en mano, nuevos modos para huir de esa vibración tan densa.

Las pastillas son huidas que astralizan de otro modo, ahora ya no somos manifestación de nuestro vacío sino una sopa astral que lo complica aún mas todo, aunque como parche cubra huecos mientras destapa otros nuevos, y todo esto entre nubes. 
Hay casos en que descubrir el propio espejo es tarea casi imposible y habrá que renunciar a ser uno y vestirse de pastillas para ser un bonsai de uno mismo.
Hay casos en que hay deficiencias hormonales que aunque en el fondo son carencia de conexión en apariencia son defecto biológico y por lo tanto desde un paradigma que nos reduce a un animal con parte de raciocinio y parte de inconsciente parece que no hay mas modo de ser tratado que administrar lo que falta o un sucedáneo del síntoma contrario que poco tiene que ver con lo que falta en realidad y ademas lleva mochilas de efectos secundarios que continúan alejándote de ti.

Bajo estas premisas ciertamente interesantes Soderbergh nos cuenta un cuento desde su pedestal y con la aparente intención de que aprendamos algo. Estos juegos que vienen y van buscando el giro sorpresivo y la explicación final que todo lo cuadre me dejan en un vacío en la manos y una sensación de tiempo perdido, pero la culpa ha sido mía porque a mitad de película ya me gobernaba el hastío y podía haber abortado el visionado, como últimamente me sucede cuando algo empieza a cansarme, pero se ve que sentí curiosidad por vez como se concluía el puzzle.

Las personas simplemente conectamos o no, a partir de ahí hay filiaciones, me gustó “Sexo, mentiras y cintas de video” pero la mayoría de las otras no solo me resbalan sino que me aburren. Encuentro casi siempre sus propuestas vacías y afectadas, con el autoconvencimiento del narrador que se cree fresco y en pleno dominio de su oficio y que haciendo uso de esa seguridad contagia a otros atribuyendo una ficticia calidad a todo lo que firma.
Resumiendo: si os gusta Soderbergh (y a muchos os gusta) posiblemente os guste esto, a mi no.
En un par de momentos de esta película se dice que el comportamiento pasado predice el comportamiento futuro, yo no creo que esto sea así, simplemente por la cantidad de excepciones que dinamitan la regla, pero en el caso del Soderbergh efectivamente el postulado se cumple.