Película de fotografía fría y contrastada, historia de amor entre un padre y su niña.
Ella regala su frescura a la cámara y solo por verla la cosa vale la pena.
Además, de postre podemos reflexionar sobre los reflejos que nos repugnan y la transformación y la confusión y los regalos y el juego y la valentía y el atrevimiento.
Y la ceguera de quien no ve mas que formas.
El tema es muy sencillo: cada ser es único y cada uno necesita un tiempo (y/o un modo) para asimilar, para transcender, para jugar, para despedirse.
La sociedad corta patrones irreales inventando ideales de ficción que repueblan el mundo mental de los entes poderosos.
Simplemente porque necesitas ser etiquetado para poder ser domesticado.
Los seres libres sienten que ellos han de ser ellos, simplemente.
Y los otros seres temen y mucho todo lo que les descoloque la ficticia paraeta mental que permanentemente sostienen con pinzas.
Una película diferente, interesante y hermosa.
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