Tokyo

El señor mierda tiene un dios propio.

Y una dulce japonesita alberga un problema hamletiano.

¿Qué ocurre cuando un hikikomori que antes odiaba la luz del sol quiere comunicarse con otro hikikomori?

Los niños y los sabios huyen de lo que no es interesante.


Un padre derecho provoca por reflexión un hijo izquierdo, y al revés.

El caos es la apariencia entrópica y natural de las cosas sometidas a inconsciencia. Y escondiéndolo bajo la tierra no se elimina.


¿Qué es mas terrible: el caos inconsciente del animal que se busca a ciegas entre estímulos y necesidades o el orden de los que optan por ponerse guantes

y apartar la basura sea o no humana?

Hay algo de Jesús loco en este terrorista sin etiquetas.


Desde otro lado o historia, no hay nada mas confortable que el orden.

La mente se alimenta de orden, pero a veces se encierra en él en lugar de utilizarlo como trampolín para escalar.




Hay que estar loco para hacer cine.

Hay que tener un secreto, un misterio que comunicar.

Desde Lumiére a Victor Erice los buenos cineastas ponen su mirada en las sorpresas que alimentan la vida.


Tres buenas historias muy bien rodadas por tres buenos directores. Ver una película tan interesante te hace reflexionar sobre lo mediocre que es el cine ”normal” . A mi la película me provoca mucha admiración y cierta sensación de inutilidad personal, como si yo mismo fuera una silla cuya única función es soportar el tiempo. Pero en el momento en el que el dolor se ilumina pasa ya a ser responsabilidad nuestra el que sea temporal o crónico.



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