Ellas


A medida que vas sobrepasando límites nada parece tan grave.

Primero cedes un poco porque el alquiler es muy caro y otras opciones son complicadas.

Luego te das cuenta de que tu trabajo es simple y precisamente ayudarle a traspasar esos límites que acostumbró con la esposa.

Ampliar la mente, la experiencia, expresar la libertad de saltarse una frontera y refrescarse de la animalidad de jugar con el cuerpo no conocido de una mujer sin connotaciones.

Ella no hace lo que quiere, o al menos lo que a pesar de todo no esta dispuesta a ceder, y a cambio es premiada, por lo que relaciona sacrificio con libertad económica y para ser todavía mas conductistas: sumisión con libertad.

Y una vez acostumbrada a ingresos de dinero bajo este juego cambiar de deporte no es fácil porque lo más difícil ya fue hecho.

Y poco a poco ellas llevan riendas y control, como si fueran la banca y no pudieran perder.
Aunque es solo una ilusión y por el camino se intercambian otras.

El hombre propone y ellas disponen.

Esa impostura permanente del soldado de la urbe cae rendida a lo salvaje de fornicar con hembra sin seducción previa y tan solo con juego de jugos y olores.
Y a veces se destapa lo escondido, porque a menudo los límites, como las moras, no caen de una en una ni a solas.

La cita es el escenario y la actriz que cobra el espejo donde veremos que tal estamos de ira y de tristeza.

Antes el domine era el dominador y la propia etimología era una clase social: los protagonistas, el resto eran secundarios.

Pero ¿quién protagoniza hoy las historias?, ¿las mujeres que se alquilan o los hombres arrendatarios?
¿Que vida es mas aburrida y que vida necesita mas escape?
¿Quien es esclavo de quien?

¿Están Ellas tan lejos de todo o tan solo son espejo de lo que aún esta por ver pero no nos apetece?

También son escuchadoras, es su trabajo principal, porque el hombre siempre esta hablando, aún cuando no dice nada.
Los limites tambien al hablar.
Contar lo que la mujer no deja, asuntos sobre el trabajo

Fascinada por la proyección alguien duda de la vida desde el burladero.

Ese alimento infinito de la piel que se comparte hasta que el deseo acabe.

Un amigo me dijo hace poco que creé que el París de hoy es un enorme puticlub y esto lo englobaba todo, del arte a la política.
Con filtros estamentales serios que alejan del disfrute lúdico y vital que queremos creer que fue en otra época.

En esta película se vive habiendo sido madre o siendo prostituta como si una palabra o dos pudieran condensar una vida, e intentando la exacta cocción, y el vestido perfecto para representar a la anfitriona.

Como si nos invitara a su casa al acabar de levantarse vemos la cara mas doméstica y menos glamourosa de Juliette Binoche.

La empatía con el desfavorecido y el espejo que este hace aumenta la insatisfacción vital y genera paranoia, y desde esta ansiedad uno intenta buscar bajar a la piel para beber del manantial de la vitalidad que lo mueve todo.
Pero en cosas de dos, uno no manda, si no hay sumisión, sintonía o acuerdo económico.

El relato esta configurado con extractos temporales dispersos, pero siempre adelante, con una estructura correcta.

Pero a mi la peli no me dice nà.

A pesar de la carne y el tema yo no le encuentro chicha al asunto.

La reflexión es obvia, burda y sin la sutileza y profundidad necesaria para despertar conciencia.
Es una película vacía envuelta en apariencia de cine de autor.




No hay comentarios:

Publicar un comentario