Una pareja de tres

El perro es uno de los maestros espirituales que nos ayudan a ensanchar nuestro corazón, todos esos topicazos de que dan amor incondicional y de que no juzgan a su amo son la pura verdad.

Para variar una película con perro travieso incluido no trata al espectador como gilipollas y esto es de agradecer.

La película es una tierna declaración de amor al compañero peludo, baboso e inconsciente que se convierte es nuestra sombra fiel durante su corta vida.


Además, el resto de personajes lidia de una manera o de otra con las cuestiones fundamentales que nos preocupan a todos: la dificultad y los problemas que conlleva el cargarse de responsabilidades, la sinceridad con uno mismo para descubrir si llevamos la vida que queremos, el poner trocitos de nosotros mismos en nuestro trabajo para que este sea expresión de nuestro yo interno y así con ello sentir que hemos dejado nuestro pequeño granito al mundo…


Si tienes o has tenido perro, como en mi caso, y no te molesta la narración hollywoodyense que no llega a faltar al respeto al espectador, como en mi caso, la peli te puede gustar e incluso emocionarte bastante, como en mi caso.

Sorprendentemente, contra todo pronóstico, esta peli me ha conducido a territorios emocionales donde estas propuestas hollywooderas casi nunca suelen llevarme.


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