El curioso caso de Benjamin Button

Esto es una película, pero no es cine. El cine expresa con imágenes, las películas tan solo cuentan las cosas y las ilustran. La peli esta hecha con buena voluntad pero carece de aquello que hace grandes a las películas: el diálogo con el espectador.

Así como Se7en era un mostruario muy atractivo sobre los interesantes recovecos de una mente enferma y El club de la lucha reivindicaba la recuperación de la fisicidad , ya sea mediante polvos u ostias, como medio para sentirse vivo, esta peli solo muestra como un viejuno rejuvenece y poco mas.

Mientras tanto vemos una sucesión de planos que a veces parecen postales o dioramas y oímos palabras de bastante poco interés.

No se trata de tirar por tierra el esfuerzo invertido en hacer esta peli sino de explicar que según mi punto de vista no veo un tema verdadero que sustente todo este esfuerzo, no veo una motivación real propia de un cineasta de garra detrás de estas imágenes, tan solo oficio.


La peli tiene sobre todo dos cosas malas: una que todo se cuenta y no se permite al espectador la posibilidad de experimentar ni descubrir nada por si mismo, siendo este precisamente uno de los consejos que la peli reivindica mediante palabrería de voz en off. La otra es el montaje. Abundan los movimientos de cámara para que parezca que la cosa se mueve pero la narración es tan hueca debajo del envoltorio histórico y digital que el artefacto adolece y el montaje resulta muy cutre, es decir que el plano cambia cómo y cuando quiere, no cómo y cuando la película lo necesita.


Si la peli trata de explicar lo del carpe diem, casi cualquier capítulo de dos metros bajo tierra lo hace mucho mejor y de manera mas seria, tierna y divertida.


Durante dos horas y media (que parecen mas) nos cuentan las peripecias tranquilas de un hombre que nace con la obligada calma de la vejez, cosa que lo debe convertir, como es lógico, en un sabio prematuro (aunque esto en teoría porque al personaje, como al torero el valor, esto se le supone, pero no lo vemos)


El David Fincher ese aquí está tan domesticado que se autoimpone el tipo de planificación que hollywood espera de sus siervos, como antes hizo Scorsese en El Aviador o mas recientemente Alex de la Iglesia en Los crímenes de Oxford, es decir el tipo de planificación horriblemente ¨correcta¨ cuyo storyboard dentro de pocos años quizás pueda ser elaborado por defecto por algún programa de ordenador. Con ello intenta, supongo, ser coherente con lo narrado así como lograr el favor de la mayor cantidad de público.

El resultado es un ejercicio que casi no llega a molestar pero poco mas. Aunque a mi personalmente sí que me molestó alguna cosa: lo del colibrí, cierta sensación de tono aberrante tanto en la propia peli como en la vida del propio Button y la solemnidad de la ausencia de música en los créditos finales que denota que el director cree haber hecho una gran obra merecedora de un silencio reflexivo post-visionado.


Winston Churchill escribió una vez: “Haz lo que puedas con lo que tengas allí donde estés”, esta seria una máxima que tal vez habría que recordar cada vez que uno saca los pies de la cama. Si a alguien, de algún modo, la peli le recuerda esto pues entonces tanta tontería habrá valido la pena.



2 comentarios:

  1. Al final no vi esta peli, por un comentario que me hizo Sara:

    - Un tío que nace viejo y que se hacce joven?! Ya es jodida la vida, no hace falta inventar nuevas putadas.

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  2. Pero qué dius, la peli esta no conta res, es com un exercisi visual de a vore qui fa mes virgueries en situacions donades. Nomes te un trocet de petita historia quan es folla a aquella en Rusia que enganya al seu home.

    Lo Pau

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