Ángeles y demonios

El problema de estos peliculoides no es que no te creas nada sino que no se atisba en la narración ni pizca de la ironía suficiente para que esto no importe.


A los actores famosos los veo disfrazados. Que la ruptura de un sello o el encendido de un butafumeiro se convierta en algo espectacular sin venir a qué me resulta incomprensible sino es como una exhibición infantil de proeza técnica injustificada.


La cámara no sabe estarse quieta, como un niño hiperactivo que no puede centrar su atención en nada porque sólo sabe de bebidas azucaradas y patadas en la espinilla.


Los actores actúan fatal porque hacen el equivalente a la búsqueda de la espectacularidad en un sello que se rompe o un butafumeiro que se enciende.


Como en todo buen bestseller te repiten hasta tres veces toda información para que no te pierdas.


Lo peor: la previsibilidad, que sepamos quien es el malo incluso antes de saber que hay ¨un malo¨ y la cámara mosca que se mueve en algunas conversaciones.

También es altamente dedeznable el plano tramposo de las botas en un andamio engañatizando como si fueran una persona sin venir a qué, sólo con este plano uno ya sabe que clase de realizador dirige esta feria.


De pequeño me gustaba mucho jugar a los clicks estos de playmobil (que antes se llamaban de famobil) , la peli me recuerda mucho a aquellas historias que surgían de manera espontánea con aquellos fantasticos muñecos, sobre todo cuando jugabas con algún amigo y las ocurrencias e interacciones iban llevando la historia, el juego, hasta senderos ultraimposibles.


También en este entramado hay algo de concurso de la tele: recojo esta información, la transformo en una pista y voy corriendo a la siguiente.


La película no merece ser sacrificada en los altares de la ciencia ni en los del arte.

A medio camino de ninguna parte no tiene sustancia para arder.

Quemarla sería como prender un cigarro. Su relación con el tabaco verdadero es puramente anecdótica y los hilillos dispuestos en su papel favorecen tanto su consumo como en este caso su inócua toxicidad.


A pesar de la vergüenza ajena que la película genera el caso es que tiene buen ritmo, las cosas como sean, además la chica (sin ser un bellezón ni pretenderlo) es una ratita de biblioteca atractiva y disfrutosa de ver.


Tom Hanks es el apuntador de este tinglado y armado con su dedo índice va señalando y explicando sin descanso, como un guía turístico, la ruta mágica (por adjetivar de algún modo esta senderización increíble a través de Roma) que configura la trama.


Da la sensación de que es un Don Quijote Loco, con pistas dementes y al que las cosas dentro de su mundo loco y sin explicación le salen bien.


Como toda peli filosófica que se precie despierta interrogantes profundos en el espectador. A mi me despertó este: ¿En el conclave se puede orinar? (porque si dura cuatro días tu me dirás)




1 comentario:

  1. Jajaja... en el cónclave actual no se quedan encerrados todo el día, salen en la noche a dormir... aparte la mayoría de los cardenales ya deben usar ese tipo de dispositivos para la incontinencia

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