No me pidas que te bese porque te besaré

Quizás no fueron las matemáticas sino las parejas quienes en su afán por forzarse a hacer todo juntos inventaron el Mínimo Común Denominador que garantiza la imposibilidad de la felicidad plena ni del uno ni del otro (ya que ambos se encontrarán justo a la mitad de dónde realmente querrían) pero que a cambio otorga sus ofrendas a ese ser bicéfalo que han inventado.

Se pacta para ir al cine, para vacacionear, para findesemanarse y para cenar cada noche. Uno pierde o diluye su yo entre tanto pacto y perderse da miedo y cabrea a partes iguales. En el afán de la mujer por controlar y del hombre por ser aire que sueña con escapar del lazo el juego esta servido.

A falta de una semana el protagonista descubre que el amor no esta invitado a su boda y decide parar la cuenta atrás pero no sabe como.


A mi lo que me pasa es que cuando una peli me gusta bajo las armas y me rindo ante ella, creo que en la vida hay que analizar aquello que no te gusta y disfrutar de aquello que sí.


Vi esta película y al día siguiente la volví a ver.

Me pareció tan tierna que esta vez se han derretido los supuestos dientes afilados de la masa crítica y aunque no sea ni de lejos una peli perfecta nada malo puedo decir.


Como en Los Idiotas del Lars Von Trier existe una posibilidad que nunca se nos ocurre para hacer aquello que nos cuesta hacer y es olvidarnos del personaje que arrastramos cada día y crear uno nuevo y especial diseñado, como un mercenario, para ese fin concreto. Si recordamos esto nuestra vida puede ser mas valiente y además mas divertida.



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