Cinturón Rojo

Una peli que habla del honor puede no ser entendida en los tiempos que corren.

En cierta manera parece una peli de los 70-80 cuando estos temas aún no eran del siglo pasado.

Mucha gente no sabe que el Sadhana es fundamental para alcanzar la felicidad y este comporta disciplina, sin ella no podemos domesticarnos y sino lo hacemos la inconsciencia y quizás la avaricia nos gobernarán y seremos por tanto esclavos de ellas.

Cinturón rojo solo hay uno y hay que ser más que un gran luchador para conseguirlo, hay que ser además un hombre, en el sentido mas profundo de la palabra.

El protagonista valora su mundo interno por encima de cualquier representación o exigencia externa, esto a la gente le resulta atractivo y creen que lo es por que lo encuentran entre marciano y exótico, pero en realidad lo encuentran atractivo precisamente por lo contrario, porque es la base de la estabilidad y por tanto la paz de todo ser humano, si en principio nadie lo acepta es porque se prefiere ir a resuello del personaje/ideal en lugar de rendirse a las exigencias reales de la persona.

El éxito siempre deriva de dos factores, de la sinceridad (sobre todo a uno mismo) y de la comunicación profunda con el más próximo.

Tan sencillo como esto.

Tan complicado como esto.

Es una peli a contracorriente y que no se parece a nada que se ruede ahora mismo.

Recrea un mundo y un temática muy personal, un cine paralelo como si aún no se hubieran inventado ni los efectos digitales ni la fotografía experimental ni el montaje entrecortado. Cinturón rojo es una película al margen de las tendencias del resto del mundo, pero a diferencia de los últimas cansinas y acartonadas del Garci que parece que solo puedan interesarle a el y a un puñado de sus amigos, Cinturón Rojo por el contrario puede interesarle a todo el mundo, porque en el fondo del disfraz todos nosotros sabemos que siendo mas honrados con nosotros mismos (no siendo mas coherentes con un puñado de ideas sino con nuestra naturaleza auténtica) nos sentiríamos mas en paz, mas vivos, porque eliminaríamos la lucha interna que es el origen de todo malestar.